Actualitat

Ley de Memoria Democrática. Abrir fosas para cerrar heridas. Por Eva Granados

19 octubre 2022

"Ley Memoria Democrática. Abrir fosas para cerrar heridas." Eva Granados
Tribuna de Eva Granados, portavoz socialista en el Senado, sobre la aprobación definitiva de la Ley de Memoria Democrática.
 

El pleno del Senado aprobó definitivamente la Ley de Memoria Democrática el pasado 5 de octubre. Tras superar cuatro vetos de la derecha y más de 500 enmiendas, la ley salió adelante en el que fue uno de los momentos más emocionantes que recuerdo desde que soy senadora y portavoz del Grupo Socialista en la Cámara Alta.

Luis Cernuda, poeta exiliado del franquismo, resumió en solo seis palabras el espíritu de esta ley: “Recuérdalo tú y recuérdalo a otros”. Se anticipaba así Cernuda a lo que significa la memoria democrática para las y los socialistas: una deuda histórica con quienes nos precedieron y con quienes vienen detrás de nosotros. Con quienes defendieron la democracia cuando fue derribada y sufrieron persecución, cárcel y exilio durante décadas y con quienes aún no conocen su lucha. Con quienes fueron asesinados impune y alevosamente en las tapias de un cementerio o en una cuneta donde todavía permanecen sus restos, y con quienes los buscan para darles digna sepultura.

Y una deuda, por fin, con la propia sociedad española sin distinción de ideologías. Un país capaz de transitar de la dictadura a la democracia pacíficamente merece reconciliarse con su propia historia.

Memoria es lo contrario al olvido, y en democracia el olvido no es una opción. El reconocimiento, la reparación y la dignificación de todas las víctimas del golpe de Estado, de la guerra y la dictadura son obligaciones de las que los socialistas jamás hemos abdicado porque para nosotras se trata de un deber de alcance moral. 

La Ley de Memoria Histórica de 2007 supuso un punto de inflexión para las políticas de memoria en nuestro país que tuvieron un importante desarrollo hasta 2012, momento en el que se impuso la doctrina anunciada por el PP de “no dar ni un solo euro público a recuperar el pasado”.

A mediados de 2018 retomamos el impulso y exhumamos a Franco del Valle de los Caídos. Ninguna democracia puede reservar un lugar de honor a un dictador. Y ahora, seguimos ese camino con una respuesta del Estado para asumir los hechos del pasado en su integridad, rehabilitar la memoria de todas las víctimas y reparar los daños causados.

Esta ley establece un deber de memoria de los poderes públicos y fomenta el conocimiento de nuestra historia y de todas aquellas personas y movimientos colectivos que hicieron posibles los acuerdos de la Transición.

El mensaje de una personalidad de la talla intelectual y política, tan implacablemente maltratada por la dictadura, como es la de don Manuel Azaña, nos dejó tres palabras, tres conceptos políticos que anticiparon el sentido de nuestra transición: paz, piedad y perdón. Paz que es convivencia. Piedad que significa civilización. Y perdón que representa la reconciliación.

Entre la muerte de Azaña, al que se le rompió literalmente el corazón en el exilio francés, perseguido ferozmente por el dictador, y la aprobación de la Constitución mediaron casi 40 años. Y la transición supo recoger ese legado que también respondía a una voluntad colectiva de las viejas y nuevas generaciones. Paz, piedad y perdón.

A esas tres palabras nadie añadió el olvido o la desmemoria como condiciones para la reconciliación. Sobre todo, porque combatir la memoria es una injusticia radical con las víctimas. Esa no puede ser, no ha sido y no será la respuesta de una sociedad como la española a una catástrofe colectiva de la magnitud de nuestra guerra y de la dictadura.

Necesitamos recordar para la comprensión en todas las generaciones de lo que no puede repetirse de ningún modo, necesitamos el recurso imprescindible de la memoria.

Esta ley es necesaria también porque incluye un reconocimiento a las mujeres que fueron víctimas por partida doble: las que, y tomo palabras prestadas, “guardaban el secreto del huido o del escondido, las que acudían todos los días a las puertas de las cárceles para llevar algo de ropa limpia y un pequeño puchero…. Las mujeres que recibían la noticia desgarradora de los nombres que componían la saca nocturna… Sus vestidos negros constituían casi el único lazo visible que unía el pasado traumático, con el presente sombrío que habitaban y la tenue esperanza de un futuro diferente”. Les debíamos esta ley, y ahora ya por fin aprobada, les debemos su aplicación para que la historia no nos reproche que volvimos a olvidar la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición que merecen todas y cada una de las víctimas.