Luís Miguel Guerra es novelista, historiador, profesor y secretario de Formación del PSC de Barcelona. También es miembro del Comité de Redacción de l’Endavant!
Se convocan elecciones y voto a un partido, por lo tanto, a mis representantes en las Cortes. Voto porque me representan ideológicamente, defienden mis intereses, no quiero que gane el otro, por tradición familiar… Cualquier razón es válida. Para lo que no les voto seguro es para que decidan, el día de la investidura, dar su apoyo al partido que no tiene nada que ver ideológicamente conmigo, mis intereses se verían seriamente perjudicados, quiero que pierda hasta en el parchís y al que mi familia ni votó ni votará en la vida.
Pues eso es lo que pretende el PP. Llama sin pudor alguno a la “responsabilidad”, dicen ellos, de algunos socialistas con sentido de estado. Sin vergüenza y sin pudor, lo dicen directamente a cámara Gamarra, Martínez Almeida o Moreno Bonilla apoyados por el aparato mediático y algún que otro al que la edad ha hecho olvidar quién fue y cómo actuaba. En resumen, llaman al transfuguismo, menos mal que tienen un pacto firmado. Llaman a que unos cuantos miles de votantes vean su voluntad traicionada, con las consiguientes consecuencias para la democracia. Piden el voto a diputados socialistas para gobernar con VOX y desmantelar los años de progreso de España.
Con ser grave esto, quiero poner otras cosas de manifiesto. Para empezar, el sentido patrimonial del poder que tiene la derecha española, tanto y tan profundamente arraigado, que le dicen al partido socialista que haga una reflexión interna para que les de la razón a ellos, para hacer a Feijoo presidente con el apoyo de Abascal, para que no haya un gobierno de alguien que aún no ha sido propuesto para la investidura. Porque ellos representan el sentido común y van a evitar que se rompa España. E invocan al antiguo PSOE, aquel al que Ansón en un día de confesión dijo que para tumbarlo habían puesto en peligro al estado y al de Zapatero, al que le montaron manifestaciones sin cesar encabezadas por ellos y los obispos, llamándole absolutamente de todo. “Zapatero, vete con tu abuelo” (ejecutado en la guerra) gritaban. Hemos de recordar, también, como trataron al bueno de Alfredo Pérez Rubalcaba y así hasta ahora. Pero ellos son los que necesita España: Aznar con más de la mitad de sus ministros encausados o encarcelados por corrupción; Rajoy que fue desalojado por ser condenado el PP; Feijóo paseando años y años con un narco que recibió prebendas varias; Ayuso y sus contratos o Esperanza Aguirre, nada menos, dando lecciones de no se sabe qué… Pero ganaron la guerra -modestamente, creo que ese es el origen de todos los males- y todo es botín, derecho de conquista, que para eso fueron y son los vencedores.
Todo vale para tener el poder. Todo vale para ocupar el espacio que les pertenece. Y por eso miran a cámara y hablan sin pudor del “partido más votado”, cuando la mayoría de ellos ocupan puestos siendo segunda fuerza, abrazándose a la extrema derecha. Y dicen que la única manera de hacer política es la suya y que los socialistas han de ser sensatos y apoyarles, lo cual significa que hay unos cuantos millones de insensatos en España.
Para finalizar, hay algo en política que es absolutamente necesario igual que un triángulo tiene tres lados. Y es la ética. Si tú a un triangulo le quitas una línea, ya le puedes llamar eternamente así que no lo será jamás. Si la ética abandona la política ya puedes decir que haces política, pero no lo es. En el anterior artículo cité a Cicerón y hoy, para terminar vuelvo al viejo filósofo romano: “Cuando los políticos no se rigen por la ética, son como hienas a la caza del poder”.