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“El mito y el logos”. Luís Miguel Guerra.

29 novembre 2023

"El mito y el logos". Luís Miguel Guerra.
Luís Miguel Guerra es profesor, historiador, novelista y secretario de Formación del PSC de Barcelona, así como miembro del Comité de Redacción del Endavant! 

 

Cuando se escucha a los líderes de la derecha, Feijoo, Gamarra (a esta le queda poco de oírse), Díaz Ayuso, González Pons, Tellado o Borja Sémper, no me cabe duda de que entran ganas de muchas cosas. Acusaciones gruesas, contradicciones flagrantes o, directamente, falsedades. Todo mueve a la indignación, cuando no a la risa, pero siempre con ganas de contestar.

Sin embargo, creo que lo que tiene aspecto de una simple reyerta dialéctica es más profundo de lo que parece. Una percepción personal que acepto, por supuesto, sea rebatida, pero que en caso de ser tenida en cuenta creo que debería ser motivo de más acción que este artículo.

Hace tiempo publiqué una de estas “homilías” sobre las similitudes de la propaganda de extrema derecha de los años treinta, con la actual (Paseando a Goebbels). Y, manteniendo todo lo dicho, añado que creo que se trata de un plan medido y orquestado por una segunda línea de pensamiento de la derecha, indetectable, y que toma cuerpo en una tropa que cada uno con su peculiaridad pero todos con algo en común, la indignación categórica, es decir, afirmando o negando de manera absoluta, sin condiciones ni alternativas. Pero lo que se está consiguiendo es serio, más de lo que parece.

La derecha española se ha instalado en el mito porque una masa convencida míticamente es eso: una masa convencida, acrítica y empujada por la certeza absoluta. Con argumentos de simpleza total y que, por muy absurdos que resulten, son creíbles puesto que nos movemos en el campo de las verdades eternas y absolutas, el mundo de la fe. Intentar corregir eso con el logos, la razón, es imposible. Son dos ámbitos sin contacto.

La derecha no propone nada, porque no hay nada que proponer. Basta con su presencia en el poder, la ciudad de Dios, lo que debe ser. La derecha está en la táctica de que su esencia no es razonar, es tener la verdad absoluta. La fe es creer. La derecha actúa como en la parábola del buen pastor: “yo pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a aquellas debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor” (San Juan 10, 11-18). Llama al buen sentido, al buen español descarriado, aquel que ha cometido el error, porque es un error: votar a la izquierda. “Escucha Europa” claman en el Parlamento de Bruselas a la manera que lo hacían los antiguos profetas. “Shemá Israel”, escucha Israel, comienza una de las oraciones principales del judaísmo. Y manifestaciones cuasi religiosas, llenas de santa indignación contra la maldad escuchando sermones apocalípticos de los líderes ungidos de la verdad y el sufrimiento por ver la deriva imparable de España, la única, la verdadera, la de ellos.

La cosa no es baladí: mito y logos, el pensamiento mágico y absoluto frente al racional y dialogante, es difícil de gestionar porque los primeros parten con ventaja, la ausencia absoluta de crítica en el sentido más amplio de la palabra. Eso implica el “nosotros siempre tenemos razón”, por lo tanto “todo los que no piensan como nosotros, están equivocados”. Algo mayor les ampara para estar en el lado verdadero de la Historia. ¿El qué? Es metafísico, basta con ser de derechas para entenderlo y practicarlo, los elegidos. Hablar, negociar, pactar, sólo puede ser con sus iguales, VOX. Con el resto, las mismas palabras no tienen contenido porque es el todo o nada, la certeza y el error, la verdad y la mentira, la lucidez y la ceguera.

Esto, tan sencillo, está calando. Y cuando lleguen al poder, volverán a hacer sus tropelías. ¡Pero cuidado! El pensamiento mágico no desaparecerá porque es muy útil. ¿Alguien se imagina lo que ocurriría si los casos de corrupción de la derecha los hubiera hecho la izquierda?

Nuestra obligación es rebatirles con la razón, no ir a buscarlos a su terreno. Porque está demostrado que jugar en campo contrario es desventaja. Pero no es fácil y requiere de algo más que contrarréplica… ¿Qué es el algo más? Se admiten sugerencias.