Me han sorprendido los argumentos que utiliza el señor Luis de Grandes (que firma su artículo como diplomado de Estado Mayor y coronel honorario) que ha tenido la gentileza de “reflexionar” sobre un artículo de opinión escrito por quien humildemente suscribe estas líneas. En este, denunciaba la oposición furibunda que ejercen el PP y Vox al actual gobierno democrático y constitucional de España que lidera el presidente Pedro Sánchez.
Viene a decir el señor coronel que la democracia actual poco menos que se debe a la clase política del franquismo. Es decir, aquellos que protagonizaron un golpe de estado sangriento, que impusieron una dictadura implacable durante 40 largos años, un buen día -¡alehop!- se levantaron siendo “demócratas de toda la vida” y facilitaron la aprobación de una ley de reforma política que condujo, ciertamente, a unas elecciones democráticas.
En un gesto de audacia –sin duda- se permite citar a algunos de estos presuntos próceres de la nación democrática, como el señor Miguel Primo de Rivera (sobrino del fundador del fascismo en nuestro país) o el señor Fraga Iribarne (ministro de la dictadura y, posteriormente, fundador de Alianza Popular –actual Partido Popular-).
Me dirijo no tanto al señor coronel sino a los jóvenes que estén leyendo estas líneas. Seamos serios y rigurosos, el sistema democrático y de libertades que tenemos no es un regalo de aquellos que justificaron o formaron parte de la dictadura franquista (afirmación que es un atentado contra el sentido común) durante cuatro largas décadas, sino de la oposición democrática que nunca abandonó la bandera de la libertad y que pagó con fusilamientos y con cárceles su compromiso con la defensa de la democracia. Nunca debemos olvidarlo.
El señor diplomado de Estado Mayor se permite utilizar mi edad (“su envidiable juventud”) como un argumento descalificador para, a continuación, afirmar que “Sandra bromea con el supuesto apoyo bolivariano al gobierno”. Excepto para aquellos que me conocen y que forman parte de mi círculo familiar y afectivo no soy Sandra, ni una niña, ni una joven, ni una mujer que no pueda hablar sobre la dictadura, sino una diputada electa por Tarragona que ha sido elegida con el voto de decenas de miles de nuestros conciudadanos. Supongo que estará de acuerdo conmigo, señor coronel, en que no es necesario hablar desde la senectud, por ejemplo, para condenar al régimen asesino de Stalin en la Unión Soviética. Pues eso.
Por cierto, el señor de Grandes considera que un supuesto “apoyo bolivariano” y bolchevique al Gobierno progresista del presidente Pedro Sánchez es tan “evidente” que “no merece comentario alguno”. Y ciertamente ciertos prejuicios tan disparatados no merecerían mayor comentario, sería tan sencillo como volver a ver la excelente entrevista que el periodista Jordi Évole hizo al señor Maduro, líder del régimen bolivariano que según usted apoya al Gobierno, para constatar que lo más bonito que dijo en relación al presidente Pedro Sánchez es que “es un enemigo” que “tiene las manos manchadas de sangre”. Curiosa forma de referirse a un líder “amigo”…
Mire señor de Grandes, la verdad es que uno de las grandes problemas que tenemos en nuestro país es la derecha reaccionaria que padecemos. Así de claro. Le pongo un ejemplo diáfano, clarividente. Como sabrá acaban de celebrarse elecciones generales en Alemania que ha ganado el Partido Socialdemócrata. Sin embargo la derecha de la señora Merkel (tan admirada, por cierto, por el señor Casado) se plantea formar un Gobierno de coalición pero -¡oh sorpresas de la vida!- no con la extrema derecha de Alternativa por Alemania (el equivalente de Vox). Ni hablar, eso no se lo plantean ni como una hipótesis. ¿Sabe usted con quién quiere pactar la derecha en Alemania? Con los Verdes, el equivalente a Podemos en nuestro país.
Y esta es la diferencia entre una derecha liberal y europeísta, de profundas convicciones democráticas, y el PP-Vox que tenemos en España. ¿O se imagina usted a su admirado señor Casado negándose a pactar con Vox para abrir negociaciones de gobierno con Podemos? Como diría usted, “la conclusión está clarísima. Ustedes mismos, amables lectores.” Y ciertamente, está clara como el agua cristalina. Dicho todo, señor coronel, con el máximo respeto.