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Dossier: el efecto en la región – AA.VV.

18 juliol 2025

Dossier. Palestina: un pasado intenso, un presente insostenible y un futuro por decidir (parte 4)

La sorprendentemente fulgurante caída del último régimen laico baasista, vista en Siria durante el otoño de 2024, culmina una larga etapa, de medio siglo de duración, en la que el laicismo (originalmente visto como progresista) fue el tipo de gobierno dominante, desde la descolonización posterior a la Segunda Guerra Mundial, en muchos de los países árabes (Libia, Egipto, Siria, Irak, …). Esta realidad deja un mapa de Oriente Medio con Israel, gobernado por una alianza derechista-teocrática-integrista, rodeado por estados cada vez menos neutrales en términos religiosos. Solo la dictadura militar egipcia y la Turquía de Erdoğan (no olvidemos que el AKP es un partido de raíz islamista que ha implantado su agenda político-religiosa en un estado fundacionalmente laico) se alejan de posiciones abiertamente religiosas en sus gobiernos.

Las referencias politicoreligiosas resultan inevitables en una parte del mundo en que los alineamientos con una u otra secta del Islam o la adscripción a una u otra religión determinan la suerte de gobiernos (como sucede en Líbano) o la política regional. En particular, desde el fin de la Guerra Fría y el declive ruso-soviético.

En una perspectiva histórica en la que Occidente (y en particular los Estados Unidos) tiene una menor dependencia del petróleo (y el gas natural) del Golfo Pérsico parece lógico esperar que países cuya energía de origen fósil proviene en buena parte de esta región (como es el caso de China -35% de su petróleo le llega del Golfo Pérsico, aproximadamente la mitad del mismo tiene su origen en Irán-, Japón o el vecino Pakistán) vayan acrecentando su influencia en la zona para garantizarse un suministro, pacífico y continuo, de sus necesidades energéticas.

Y esta es una perspectiva con un horizonte que alcanza, por lo menos, hasta el final del presente siglo. El fin de los combustibles fósiles no está cercano. Y el uso en la industria química del petróleo aún menos.

La relevancia de señalar este cambio de rol geopolítico, derivado de las necesidades de combustibles fósiles que tienen cada país, en Oriente Medio y el Golfo Pérsico se debe a que podemos esperar en un futuro no muy lejano una mayor presencia en la región de China (ya lo está en Pakistán, gran cliente de la industria militar de la República Popular) y muy probablemente en Irán, donde la necesidad iraní de rearmarse va pareja con su actual posición de gran proveedor de petróleo a Beijing.

En este contexto, un Israel autoerigido como gendarme regional puede tener los días contados. Vecinos poderosos, como Turquía y el Reino de Arabia Saudí, no se pueden permitir que Israel mantenga en la inestabilidad a Siria, Irán o Yemen. A pesar de que tanto turcos como saudíes puedan haberse alegrado íntimamente de los ataques israelíes a Irán y a sus aliados (Hézbollah, Hamás, los Hutíes…), en un futuro cercano sus propias bases sociales y los intereses estratégicos de ambos países les llevaran a poner fin a la orgía bombardeadora del gobierno de un Bibi Netanyahu embarcado en su propia guerra permanente.

En cualquier caso, un nuevo orden deberá instalarse en la región. Un nuevo orden en el que la solución (o por lo menos el encaminamiento pacífico) al problema de Palestina jugará un papel fundamental. Y no parece que el “plan immobiliario” de Donald Trump y sus descendientes vaya a aportar una salida solvente al problema.

El veterano periodista Neil McFarqhard, expone con su habitual nitidez el complejo mapa regional después de la crisis iniciada por el ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023. En su reportaje, MacFarqhard disecciona con fino bisturí el fondo religioso sobre el que se organizan los actuales estados musulmanes en la región. Una pieza imprescindible para entender el conjunto.

La experimentada Soumaya Ghannoushi ha visto en el ataque de Israel a Irán, seguido del bombardeo estadounidense de objetivos vinculados al programa nuclear de Irán, una muestra de la debilidad israelí. Tanto por la necesidad de distraer a una opinión pública internacional, cada vez más desfavorable por los crímenes de guerra en Gaza, como por el cambio de paradigma que han significado estos ataques. Israel ha entrado en guerra con Irán y Estados Unidos ha sido cómplice y copartícipe en los ataques. Para Ghannoushi esta posición no es sostenible en el futuro. En primer lugar, por la esperable reacción del gobierno iraní (incluida la firme voluntad de obtener el arma nuclear, como indica la retirada iraní del Tratado de No Proliferación Nuclear) y, en segundo lugar, por la difícil posición futura de un gobierno y un Congreso de los Estados Unidos que difícilmente podrán seguir amparando las barbaridades de un desbocado Bibi Netanyahu.

C.V.M.

Neil McFarquard escribe en el New York Times desde 1995. Buena parte de estas tres décadas las ha pasado en la región de Oriente Próximo y Golfo Pérsico. También ha sido corresponsal del diario en Moscú (2014-2019), período durante el que publicó una serie de reportajes que describían los métodos ocultos del Kremlin para mantener su influencia mundial. Dicho trabajo le valió obtener el premio Pulitzer en 2017.

Soumaya Ghannoushi, periodista tunecina nacionalizada británica, es una investigadora en la School of Oriental and African Studies que publica regularmente en los diarios The Guardian, The Independent y Corriere della Sera. Además, es una colaboradora habitual de Al-Jazeera y Al-Quds. Su particular estilo de escritura confiere una alta calidad literaria a sus columnas y reportajes.