Joan Ferran, exdiputado del PSC en el Parlament de Catalunya, licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Historia Contemporánea. Autor de diversos libros, tertuliano y colaborador en diferentes medios.
El Eclesiastés, también conocido como el ’Libro del Predicador’, nos dice que hay un tiempo para cada cosa. Quizás por ello Javier Cercas, con buen criterio, nos recordaba hace unos días que no es momento de aspavientos sino de argumentos. A escasas jornadas del 23-J los socialistas no podemos caer en el error de reducir nuestro mensaje político a una denuncia de la maldad inherente al PP y VOX y sus vergonzosos pactos. Fernando Vallespín nos decía también, desde las páginas del diario El País, que al hablar tanto de la derecha y los ultras les estábamos haciendo la campaña gratis. Es cierto, ahora sabemos de qué pie calzan los reaccionarios y ese tema ya está saturado. Centrarnos tan solo en denunciar a la derechona implicaría dejar en el tintero, y no poner en valor, la ingente obra de gobierno realizada por los socialistas a lo largo de los últimos años. El ejecutivo presidido por Pedro Sánchez ha sido capaz de afrontar con éxito desastres naturales, pandemias, problemas energéticos e inflaciones galopantes. En el terreno de las políticas sociales, medidas como el aumento del salario mínimo, las pensiones y la reforma laboral son emblemáticas y merecedoras de aplauso. El reconocimiento de nuevos derechos sociales y el nuevo clima de diálogo que se respira en Cataluña, junto a una política exterior de primer nivel, configura una hoja de servicios gubernamental de valor indiscutible.
Así las cosas hay razones, concreciones y argumentos suficientes para activar el voto progresista que ha podido caer en el desánimo, tras la puesta en marcha de algunas leyes no exentas -por audaces- de polémicas. Es menester volver a emocionar a aquellas personas que, por circunstancias diversas, se han apeado del autobús de las izquierdas. Hay que asumir que nuestro adversario son las derechas y no nuestros socios de coalición. Procede reconocer errores y rectificar; obvio, pero el legado positivo del Gobierno es espectacular y conviene explicarlo con ilusión y empeño, persona a persona. Esta debería ser nuestra principal tarea los próximos días y no otra.
No toca distraerse combatiendo el maniqueísmo que gastan los de Junts ni el frentismo patriótico de los de Esquerra, ambos pululan por los márgenes intentado captar oxígeno. En nuestras exposiciones debe quedar claro que el 23 J es cosa de dos; que ese día se dirime la posibilidad de armar un gobierno de corte progresista, presidido por Pedro Sánchez, o bien otro liderado por Feijóo y el Partido Popular con el concurso de VOX. Eso es lo determinante tanto para Cataluña como para España. Pero también hay que explicar, con detalle, que la diferencia entre las dos principales opciones en liza no radica solo en sus respectivos líderes, sino en el impacto de sus políticas públicas, en la cohesión territorial y los derechos de las personas. Lo dicho, es tiempo de argumentos y no de lamentos y aspavientos. Se trata de votar para seguir avanzando o retroceder.