A los 50 años del congreso clave del socialismo español, en los estertores del franquismo, con un país que caminaba lentamente desde los años sesenta por una senda incierta hacia una mayor apertura en ciertos aspectos, han aparecido publicados algunos contenidos interesantes que nos pueden ayudar a entender la importancia del último congreso del PSOE en el exilio.
El XIII Congreso del PSOE se convocó para los días 11, 12 y 13 de octubre de 1974 en el teatro Jean Vilar, de la localidad francesa de Suresnes, próxima a París. El PSOE en el exilio era un partido pequeño que se mantenía en capilla esperando la muerte del dictador. Su secretario general desde 1944, Rodolfo Llopis, lo dirigía desde Toulouse, donde una placa en la fachada de los números 69 y 71 de la Rue du Taur aún hoy deja testimonio de cómo fue sede del PSOE y de la UGT en el exilio, durante la dictadura franquista.
Contra todo pronóstico, los asistentes al congreso se decantaron por la renovación que representaba un grupo de jóvenes entusiastas que provenían del interior y que consideraban necesario prepararse para un futuro que se preveía inmediato. En este grupo estaban Felipe González, Alfonso Guerra, Manuel Chaves, Nicolás Redondo y Enrique Múgica, entre otros. Socialistas principalmente andaluces, vascos y asturianos, además de militantes en el exilio, llevaban ya un tiempo gestando el relevo, con frecuentes encuentros tanto en el interior como en Bayonne y Toulouse. Felipe, por su carisma, lenguaje y estilo, se fue confirmando al frente de este movimiento en el partido, y Nicolás Redondo hizo lo propio en la UGT, el sindicato hermano.
Fue una pugna entre dos visiones distintas. Mientras la dirección en el exilio apostaba por conservar el partido hasta el momento de regresar a la vida pública del país (se vislumbraba el fin de la dictadura y una débil luz al final del túnel), la otra no quería dejar el espacio futuro en manos del Partido Comunista, principal formación de la izquierda en aquel momento, mucho más organizado en el interior.
Un primer contenido interesante lo encontramos en el artículo de Javier Pérez Bazo, Suresnes o el término de la renovación del PSOE, que publica la Fundación Sistema, en el que el catedrático de Literatura española de la Universidad de Toulouse-Jean Jaurès argumenta que la renovación había empezado a caminar un lustro antes del congreso, y que este supuso su espaldarazo definitivo. La renovación del PSOE, según Pérez Bazo, no se comprende sin considerar los disensos desde hacía una década entre la dirección ejecutiva de Llopis y los jóvenes discrepantes de las agrupaciones tolosana, bordelesa y parisina. Según este análisis, los anteriores congresos del PSOE en 1970 y 1972, y los de la UGT en 1971 y 1973, habrían ido consolidando la renovación, en una época en que la militancia del partido y del sindicato era la misma y los dirigentes solían serlo asimismo de ambas organizaciones. Ya en el congreso de 1970 los renovadores en el exilio se presentaron como alternativa de futuro, defendiendo sin éxito que la dirección del partido estuviese en España; y ya en dicho congreso Felipe reclamó la autonomía de los dirigentes de la clandestinidad en asuntos que les concernían. El autor también recuerda las resistencias de Llopis a convocar el congreso, cómo aquella pugna desembocó posteriormente en una escisión que dio forma al “PSOE Histórico”, que no tuvo ningún recorrido, y cuáles fueron los movimientos dentro de la generación ascendente: más de un aspirante a encabezar la dirección, la propuesta que se hizo a Nicolás Redondo de liderarla y su negativa, y cómo acabó encabezando la UGT, etc. Con el Congreso de Suresnes, la comisión ejecutiva vuelve a radicar en España y se conforma únicamente por compañeros del interior. El congreso siguiente ya sería en Madrid.
Por su parte, la Fundación Felipe González, con motivo del aniversario, ha publicado una serie de contenidos de su fondo documental: la llamada “declaración de septiembre” y el artículo de El Socialista “Los enfoques de la praxis”, el acta y las resoluciones políticas aprobadas por el congreso, una entrevista al recién elegido secretario general en Radio Paris, y una carta acompañada de distintos escritos solicitando la devolución del pasaporte de Felipe González. También las intervenciones de François Mitterrand y de Carlos Altamirano, secretarios generales de los partidos socialistas francés y chileno, respectivamente.
Se incluye también un video de Felipe en el que el expresidente y ex secretario general del PSOE analiza lo que supuso Suresnes, señalando que no fue trascendente en sí mismo sino por lo que después vino: la preparación de una fuerza política para un período de cambio social que ya se había comenzado a producir (emergencia de una clase media, necesidad de la sociedad de operar cambios de manera no traumática, reconciliación nacional, y modernización del país), y la victoria electoral aplastante de 1982 que dotó al partido de la fuerza necesaria para darle la vuelta al país.
Para él, el congreso supuso un choque esencialmente contra la realidad. El partido no podía seguir observando la realidad desde fuera, con la visión del exilio (una visión opaca de la realidad), sino que debía acompañar desde el interior los cambios sociales que se habían empezado a producir. También confirma lo apuntado por Pérez Bazo en el artículo ya comentado, en el sentido de que Felipe fue elegido por exclusión, por descarte de otros aspirantes y porque Nicolás Redondo quiso centrarse en liderar el sindicato.
Lo que sucedió en los años siguientes al congreso es bien conocido: cómo se fraguó la transición tras la muerte del dictador, los Pactos de la Moncloa, los convulsos años de agitación social, el terrorismo de ultraderecha amparado por los aparatos de un régimen represivo que daba sus últimos y sangrientos coletazos, y de una ETA que, como sabemos, fue la otra cara de una misma moneda totalitarista, etc. Cuando desde la irresponsabilidad se denuesta sin pudor el mal llamado “régimen del 78”, además de tratar de “casta” a toda una generación de demócratas (socialistas y no socialistas) que en un contexto de alta complejidad supieron tirar adelante un país en beneficio de las generaciones futuras, se comete un acto injusto, sin el mínimo sentido de justicia histórica exigible. Personalmente, opino que mejor haríamos todos si pusiéramos en valor y en el lugar que corresponde a las y los socialistas que, en su día, se arriesgaron y se empeñaron en construir un futuro mejor. Ser justo y generoso nunca estará de más.
Una tercera lectura sobre el Congreso de Suresnes, su contexto histórico, cómo se fraguó, y lo que supuso posteriormente para la historia del partido y de España la encontramos en el fantástico y divertido libro de Sergio del Molino, Un tal González (Alfaguara, 2022). Una suerte de novela histórica desacomplejada en la que el periodista y escritor dibuja el perfil del personaje, como vehículo para relatar cómo una generación de socialistas con su líder a la cabeza transformó primero el partido, y después el país en sus trece años de gobierno. Con sus aciertos y sus errores, sus muchas luces y algunas sombras. Del Molino, que se autodefine como hijo de la democracia y no como nieto de la guerra civil (una condición a reivindicar), hace con mucha habilidad un relato novelado que nos permite trasladarnos a diferentes momentos de nuestra historia reciente y a buena parte de las personas que la protagonizaron.
En general, podemos concluir que el PSOE renovado supo leer bien su tiempo, y supo representar a una mayoría social en un momento de cambio, que tenía unos anhelos que el partido supo recoger. A diferencia del PSOE, como sabemos, el PCE no transitó por el mismo camino y, a pesar de su indudable labor como oposición antifranquista, no supo conectar con las necesidades que el tiempo nuevo requería. Tras las primeras contiendas electorales de la democracia, el partido comunista fue pasando a la irrelevancia política y social en la que se mantiene hasta nuestros días. Los socialistas españoles, en cambio, protagonizaron (no sin dificultades) el cambio de rumbo que necesitaba en ese momento la sociedad. Una tarea ingente. Parafraseando a Alfonso Guerra, a España –afortunadamente– ya no la reconoce ni la madre que la parió. ¿Quién dijo que no hay épica en la izquierda?
F.G.A.
Enlaces
Suresnes o el término de la renovación del PSOE – Perez Royo, J. (Fundación Sistema, 10-10-2024)
Documentación XXVI Congreso del PSOE (Archivo Fundación Felipe González)
Un tal González – Del Molino, S. (Alfaguara, 2022)
Suresnes. PSOE 1974 – Martín Nájera, A. (Editorial Pablo Iglesias, 2024)