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El discurso del odio

10 maig 2021

El discurso del odio
Article d'opinió d'Eduard Sanz, Primer Secretari de l'agrupació i Primer tinent d'alcaldia de l'ajuntament d'Esplugues.

Hace tiempo que en Catalunya y en España vivimos momentos de alta polarización política alimentada también a través de un lenguaje radicalizado. La política, si algo significa, es voluntad y capacidad de llegar a acuerdos con aquellos que no piensan como nosotros para conseguir mayor bienestar y prosperidad para el conjunto de la ciudadanía. Gala de ello hicieron los ponentes de nuestra constitución durante la transición, con un resultado seguro mejorable y perfectible, pero que permitió al país salir de la dictadura y avanzar para consolidar una democracia donde todos y todas cabíamos, y nadie sobraba. Y hemos convivido dentro de la diferencia, con crítica, pero absoluto respeto entre unos y otros. Eso es nuestra democracia.

Lamentablemente, hace ya un tiempo, parece que el discurso de la negación e incluso el odio al que piensa diferente, va ganando cuotas de visibilización y representación, cuando antes era más bien anecdótico. Muy recientes, como las de Rocío Monasterio de la ultraderecha española, dando a entender que hay políticos que se envían balas a sí mismos. O en Catalunya, frases amenazantes como “Ni oblit ni perdó” “Fora de Catalunya”, o pintadas en las sedes de los partidos señalando a unos u otros como ideología a eliminar, son nada más algunos desgraciados ejemplos.

En un discurso ante el parlamento alemán no hace mucho tiempo, su canciller Ángela Merkel decía que “La libertad de expresión tiene sus límites. Límites que empiezan cuando se propaga el odio”. Aplicar esos límites protege nuestra democracia y la convivencia. Y es igual si quien se los salta es VOX señalando a un colectivo como delincuentes o justificando el envío de balas, o Pablo Hasél deseando balas a los políticos, entre otras. No. No podemos permitir que la división y el odio tenga cabida en nuestra sociedad. En ningún ámbito. No demos cobertura a partidos o ideologías que lo difunden, amparan o justifican. En esto, sí hay que ser radicales.

¡Cuidémonos! Cuidemos nuestra democracia. Pero sobretodo, cuidemos nuestra convivencia.