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Nota Quincenal: “Envejecer, una nueva forma de vida”. Juan Salas.

20 de febrero 2024

Nota Quincenal: "Envejecer una nueva forma de vida". Juan Salas.

Joan Salas es sociólogo.

“Nunca seré lo suficientemente vieja ni lo suficientemente cobarde como para no empezar de nuevo”. Maria Aurèlia Capmany

Los efectos del progreso social en la vida de las personas nos lleva a pensar que las generaciones futuras, en su envejecimiento, podrán gozar de mejores condiciones sociales y relacionales que en la actualidad. Factores como la educación, la evolución de la sanidad universal, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las mejoras en la alimentación, una mejor calidad de vida y los cambios en la percepción social de la senectud contribuyen decisivamente a ésta mejora. Las personas mayores en un futuro tendremos mayores oportunidades para desarrollarnos como colectivo autónomo, con un nuevo rol social y con una fuerte posición en la sociedad.

Cada vez más se está produciendo un paulatino cambio en la imagen del envejecimiento. Mostrando a personas con más energía y con más vitalidad. Se trata de un proceso lento que implica la reconstrucción social de la imagen tradicional que está todavía presente. El envejecimiento de la población plantea, sin duda, algunos retos importantes en los sistemas de protección social y sanitaria, en la estructura de la familia, en las redes de solidaridad, pero considerar el fenómeno como una serie de problemas y no como nuevas oportunidades para la existencia humana sólo contribuye equivocadamente a excluir y marginar al colectivo de personas mayores.

En la etapa de la vejez aparecen múltiples aspectos positivos que es necesario dar a conocer desde la infancia (disfrutar de la experiencia y conocimientos adquiridos, mayor disponibilidad de tiempo, menor presión de las obligaciones sociales). Por eso, el primer paso es fomentar el interés de las personas en conocer los diferentes procesos sobre el envejecimiento, sus características sociales y culturales, actitudes, vivencias… mediante programas dirigidos a toda la población. Acercarse a las diferentes etapas que tiene el envejecimiento supone una mejor comprensión y aprecio hacia las personas mayores y, a la larga, una sociedad para todas las edades con igualdad de condiciones y oportunidades.

totalizadores las personas mayores tienen derecho a gozar de unas condiciones de vida que les permitan participar en los diferentes entornos sociales. Por este motivo, es necesario vivir en un contexto que potencie y facilite su autonomía personal y social, que les permita vivir de acuerdo a sus potencialidades, intereses y decisiones. La vejez es una etapa más de la vida que puede estar llena de posibilidades. Por eso, cada vez más voces, desde la esfera pública y privada, hablan de la necesidad de reactivar otros vínculos de proximidad que funcionaron muy bien como red de apoyo en épocas pasadas y que todavía continúan en zonas rurales: los vecinales.

Para fomentar la comunidad y activar la solidaridad tienen un papel fundamental las administraciones públicas, concretamente los Ayuntamientos. Es necesario educar en valores para que nos importe el compromiso social con los vecinos, para desarrollar vínculos afectivos y de confianza entre las personas de un determinado entorno, para favorecer la socialización como hábito saludable cotidiano y evitar con ello situaciones no deseadas. Porque la necesidad de establecer contacto con la gente y con la vida del barrio y buscar apoyo en los vecinos no es exclusiva de las personas mayores: hay muchos jóvenes que se sienten solos, y familias que migran de barrio o de ciudad y no tienen familiares que vivan cerca y deben buscar apoyo en la red social más cercana.

Es muy importante aplicar una mirada más apreciativa respecto a la vulnerabilidad o fragilidad de quienes viven en nuestro rellano, en nuestra calle o en el vecindario más cercano. Al mismo tiempo, hay que incidir en otro elemento que es aún más transformador: la reforma de los servicios que tenemos ahora, desde los centros de día hasta las residencias, de las viviendas comunitarias a los centros de salud, y especialmente los casales de personas mayores.

En cuanto en los casals, es quizás el momento de hacer un nuevo planteamiento y apostar por una lógica más relacional de forma que interactúen plenamente con el tejido comunitario y asociativo que existe en su entorno, abriendo espacios y tejiendo relaciones para que trabajen con más colaboración. Se trataría de redefinir la misión de los centros de acuerdo con la realidad actual, de disponer de un marco que concrete los servicios básicos que deben prestar, qué modelo de organización queremos y cómo podemos garantizar la participación activa de personas y entidades de el entorno territorial de los casals, a la vez que favorecer y potenciar el intercambio intergeneracional; y promover el fomento de prácticas solidarias de voluntariado y buena vecindad. No olvidemos que el modelo actual de casales de personas mayores nace de las políticas de creación de redes de servicios comunitarios nacidas después de la segunda guerra mundial. En ese momento se optó por segregar y especializar las redes (casales infantiles, casales de jóvenes, casales de gente mayor… e incluso hoy en los centros cívicos se reproduce este modelo compartimentado) en función de la segmentación por edades y como forma de atender a las demandas y necesidades específicas de cada franja de edad. Los cambios vividos en las formas de socializarnos reclaman revisar esta mirada y recomiendan enfocarnos en miradas más transversales y globalizadoras. Buscando nuevas fórmulas que faciliten las relaciones intergeneracionales, fuera del ámbito estrictamente familiar, y con ellas el fortalecimiento de los vínculos sociales, el intercambio de experiencias y el mantenimiento de la memoria colectiva.

Los casales y sus espacios deben convertirse en nexos de unión entre conocimientos y experiencias con necesidades e intereses. Serán estas aportaciones de personas de su entorno territorial las que, dándoles calor, acogida, dinamismo, solidaridad y riqueza, renovarán los casales porque éste ya son grandes intermediadores, conocen su ámbito, y están dotados de una cultura labrada a lo largo de los años. La relación entre personas con amplias diferencias de edad, de diferentes generaciones, es una clave importante para el futuro de los casales, hace más fácil entender la diversidad de la comunidad y, yendo más allá, de la sociedad en la que vivimos. La interacción y los vínculos que puede promover el casal entre colectivos en diferentes momentos puede demostrar que las distancias cambian pero que, en realidad, no hay grandes diferencias: todos hemos pasado por lo mismo o pasaremos por él.

En el momento presente debemos familiarizarnos pues con conceptos como los de longevidad activa, empleo sin compromiso laboral o profesional, dejar de ver el envejecimiento como una enfermedad o el transhumanismo que, para los mega millonarios y sus entornos, está pasando de ser una fantasía a convertirse en un programa político para el disfrute exclusivo de sus promotores. El reto es renovar las miradas y las políticas orientadas a una franja de edad que también está sumida en los cambios que afectan a las sociedades contemporáneas.