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Maria Aurèlia Capmany (1918-1991)

22 abril 2023

Maria Aurèlia Capmany (1918-1991)
Compartimos el perfil de Maria Aurèlia Capmany, elaborado por isabel sierra para  Pensament Socialista.

Inquieta intelectualmente, protagonista de su tiempo y liderazgo del socialismo democrático realmente transformador, su pensamiento original y auténtico le permitió transitar por distintos ámbitos de la vida intelectual aportando riqueza de ideas.

“Nunca seré lo suficientemente vieja ni lo suficientemente covard para no volver a empezar de cabeza y de nuevo y con las manos vacías.”

Una frase que refleja el espíritu de una mujer inquieta intelectualmente, protagonista de su tiempo y liderazgo del socialismo democrático verdaderamente transformador. Ahora diríamos que era poliédrica, polifacética en su tiempo. Como sólo pueden serlo las personas que tienen un pensamiento original y auténtico, y pueden transitar por diferentes ámbitos de la vida intelectual, recogiendo y aportando, a su vez, riqueza y consolidación de las ideas.

Fue claramente protagonista activa de un período convulso entre los años veinte, con un movimiento obrero que tomaba fuerza en la Cataluña industrializada, y en la década de los ochenta, que María Aurelia dedicó a consolidar los cimientos progresistas y feministas que había ido construyendo en largo de su vida, desde diferentes disciplinas, formatos y grupos de compañeros y compañeras.

Un cáncer de pecho acabó, en 1991, con una mujer preclara y luchadora, siempre activa, valiente y entregada a la lucha transformadora de una sociedad posfranquista que tenía todo miedo delante para inventarse y mucho miedo tras superar.

Nacida en Barcelona en 1918, pudo educarse en un ambiente culto y políticamente de izquierdas, con la influencia de su abuelo, Sebastià Farnés, ideólogo del catalanismo y federalista, y también de su madre María Farnés y su padre, Aurelio Capmany, admiradoras de la estética del Modernismo y enmarcados en el catalanismo de izquierdas.

Socialista convencida, en 1976 se incorporaba a las filas socialistas en el Congreso Constituyente del Partido Socialista de Cataluña (“Congreso”), dentro del Grupo de Independientes por el Socialismo (GIS) impulsado por Alexandre Cirici Pellicer. En el primer gran mítin que se hizo ya en período democrático, el lema era la frase de Francisco Layret: “Vendrá ese día que el trabajo vencerá”, y M. Aurèlia hizo una intervenciónillay apasionada que dejó clara la altura de su dimensión política.

Según palabras de Jordi Font en la obra conmemorativa Gigantes del PSC (2018) “se identificaba plenamente con la opción reformadora y la ideología abierta –contra toda concepción absoluta– que define al socialismo democrático. Con el alcalde Pasqual Maragall, se convertiría en regidora de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, ​​función desde la que dejaría un vasto legado: el Mercado de las Flores y sus impactantes programaciones primeras (la Carmen de Peter Brook, el Mahabarata, la Pina Baush…); el Plan de Museos, con el encargado en Gae Aulenti para hacer del viejo Palacio Nacional, el futuro Museo Nacional de Arte de Cataluña; lo intento meritorio, significativo y no exitoso de hacer zarzuela en el Liceu; la restauración y reforma del Palacio de la Virreina para ubicar la concejalía y hacer un espacio vivo y de grandes exposiciones; la exposición “Homenaje en Barcelona”, que después circularía por medio mundo; la colección de libros Diálogos en Barcelona, ​​rico patrimonio de la memoria contemporánea de la ciudad.

Una decidida y prolífica acción política, en momentos que requerían audacia y seguridad en la construcción de la ciudad, elevarla por encima de los escombros de la represión franquista y las clases dominantes de la burguesía catalana, y dar a Barcelona un aura definitivamente cosmopolita y líder .

Tarea que no le impidió publicar, como siempre había hecho, artículos en periódicos y revistas, catalanas y de toda España, haciendo legar de forma pedagógica los valores de la democracia como fundamento para la convivencia y la unión de los pueblos, del catalanismo de izquierdas más integrador y abierto y del feminismo, como expresión de una ideología progresista basada en la igualdad y los derechos humanos de hombres y mujeres. Su actitud abierta y de proximidad la hacían participar activamente en conferencias, clubes de debate y todos los formatos posibles de la comunicación, para hacer legar su convicción democrática a todos los rincones que le abrían sus puertas; también a través de la radio y la televisión, tertulias con jóvenes y grupos intelectuales, ávidos de conformar un marco ideológico diferenciado del franquismo, claramente progresista y generador de políticas esperanzadoras para la construcción social e institucional que se estaba fraguando.

«Sólo hay una forma de salir adelante y recoger la herencia del pasado y asimilarla y modificarla con la propia interpretación».

Éste era el objetivo principal de M. Aurelia Capmany, que extendía a todas las áreas que podía. Escritora de ensayo, teatro y novela, tuvo dificultades para publicar en una época en la que la censura franquista mantenía su estrella, las mujeres no eran autoras habituales y, además, con pensamientos progresistas y de expresión franca. No fue hasta la publicación de Un lugar entre los muertos (1968)que no recibió el reconocimiento adecuado, obteniendo el Premio Sant Jordi y, más tarde, siendo incluida entre las "Mejoras obras de la literatura catalana". Esta obra analizaba la figura prerromántica de un joven que se enfrentaba a las ideas rupturistas de la Revolución Francesa y acertó tanto con el espíritu del momento, que hizo que se convirtiera definitivamente en ama inspiradora para toda una generación de escritoras y escritoras, como Maria Antònia Oliver, Joan Fuster, Terenci Moix y muy especialmente Montserrat Roig que, seducida por las ideas feministas de M. Aurelia, se adentró en conversaciones y reflexiones con ella que hicieron florecer una firme conciencia feminista en un conjunto importante de mujeres de generaciones más jóvenes que la autora.

Antes de entrar a presentar su vertiente feminista, destacamos algunas obras literarias que, a lo largo de su vida fue escribiendo y que, pese al progresivo conocimiento público del personaje, nunca han legado, según los expertos y expertas, a ser suficientemente estudiadas ni reconocidas . Por ejemplo, escribió su primera novela Necesitamos morir (1952) La otra ciudad (1955) Betulia (1956) Tana o la felicidad (1956) El sabor del polvo (1962) año La lluvia de los cristales (1963), que ganó el Premio Joanot Martorell con el título El cielo no es transparente. En los últimos años de su vida escribió sobre memorias Mala memoria (1987) año Esto era y no era (1989), mientras transformaba la cultura barcelonesa con su paso por el Ayuntamiento como regidora.

Fue en 1969 cuando Capmany publica Felizmente yo soy una mujer y muestra cómo los diferentes ambientes sociales están pensados ​​para hombres y las mujeres deben adaptarse a ellos. Pero fue mucho antes cuando la conciencia feminista emergió en Maria Aurèlia. El ambiente familiar, en el que no se daban distinciones por razón de sexo, por un lado, y su experiencia escolar en la Escuela Montessori y en el Instituto Feminal, subieron una personalidad atenta a las diferencias de trato y oportunidades entre hombres y mujeres en la sociedad. Según sus propias palabras: “El Instituto Feminal formaba parte de aquel movimiento de prudente feminismo que se proponía dotar a las chicas de Barcelona de un cierto bagaje intelectual que las liberara de su ancestral ignorancia” (Mala Memoria, 1987). Fue allí donde, bajo la maestría de grandes pedagogas, como Angeleta Ferrer y Carme Serrallonga, pudo actuar libremente, aprender sin angustias y obtener placer con el rigor de los conocimientos y la apertura hacia el pensamiento. Inició la carrera de filosofía, que se interrumpió por la Guerra Civil, pero termina en 1942. Trabajando como cortadora de cristal, enseguida pasa al mundo de la enseñanza como profesora de filosofía. Su necesidad de expresarse, ya de pequeña, estaba acompañada por la lectura crítica de los modelos de mujer de los años XNUMX y la emergente literatura extranjera, que la sedujo por la profunda conexión que tenía con lo que ella misma experimentaba. Así, guiada por Simone de Beauvoir en Francia o Betty Friedan en Estados Unidos, se convirtió en pionera del feminismo de posguerra, exponente catalán de la segunda ola feminista internacional.

Capmany lega a escribir el prólogo de la edición catalana de la obra de la autora francesa El segundo sexo (1949), que no aparecerá publicado hasta el año 1968 por cuestiones de censura. Sin embargo, se aparta del discurso de Beauvoir por una cuestión ideológica y de clase, aunque coincida en otros aspectos. En este sentido, Capmany nunca entendió la lucha por la igualdad de la mujer como una lucha individual, sino que estaba relacionada con las reivindicaciones obreras, la lucha por los derechos de las personas, en definitiva.

Más adelante, en 1965, Edicions 62 publica en catalán el libro de Betty Friedan,  La mística de la feminidad, clásico del feminismo y ganador del Premio Pulitzer de 1964. En ese momento, que sitúa a Capmany como pionera del feminismo en Cataluña y referente para las jóvenes de los años setenta, Edicions 62 le encarga la publicación de su libro La mujer en Cataluña: conciencia y situación (1966), con la intención de realizar una versió más adaptada a la realidad catalana, según dice ella misma, del libro de la autora americana. En esta obra, Capmany hace un seguimiento de la situación de la mujer en Cataluña a lo largo de la historia con referencias de los medievalistas Jaume Roig, Ausiàs Marc y Joanot Martorell, para pasar más adelante a la mujer dentro de la sociedad burguesa e introduciendo en las primeras feministas catalanas como Dolors Monserdà, Josepa Massanès o Carme Karr, primera pensadora feminista traducida al catalán durante la dictadura.

Siempre tomando la literatura como vehículo, siguió escribiendo numerosas obras relacionadas con los nuevos valores que debían ser incorporados por las mujeres, modernizándolos y situándolos a escala internacional. En La Mujer en Cataluña, le siguió:  La Mujer catalana (1968) Cartas impertinentes de mujer a mujer(1971) De profesión mujer(1971) Carta abierta al macho ibérico(1973) El Feminismo en Cataluña (1973) La mujer y la Segunda República (1977)  Mujer, mujercita, mujer (1979), además de la ya llamada y precursora Felizmente yo soy una mujer (1969). Todas distinguidas, pero como el denominador común de tener unas protagonistas que luchaban en medio de un mundo que las es hostil, presentando un conflicto interno que se hace eco del momento histórico, del ohogo entre el deseo y la realidad que se impone: los sueños de unas mujeres, contra los patrones estereotipados de un régimen que las dejaba al margen de la acción para supeditarlas sólo a la espera, a la sumisión. Poco a poco, sin embargo, la voz de la mujer va tomando volumen para mostrar la personalidad femenina con más conciencia sobre las situaciones de desigualdad que sufren las mujeres y la capacidad de éstas de sublevarse, expresarse libremente y defender a sus derechos. La libertad republicana en la que había sido educada le daba coraje y razones para extender el corriente feminista que iba abriéndose paso en el discurso de la época.

Pero M. Aurelia no se limitó a escribir; también fue una activista prolífica, participando en actos, conferencias y encuentros feministas. En mayo de 1976, con las Jornadas Catalanas de la Mujer, el paraninfo de la Universidad de Barcelona se lanzó como más de 4.000 mujeres y significó un cambio cualitativo en el movimiento feminista que, siguiendo las premisas de Capmany, era inclusivo, basado en los derechos humanos de las mujeres, transformador de la sociedad y hondamente socialista.

Bibliografía destacada

Agustí Pons, Maria Aurèlia Capmany La época de una mujer  Ed. del Centenario (1918-2018) Editorial Meteora SL, 2018

Antoni Gelonch,  100 Mujeres Catalanas, Viena Editora, 2019.

I.S.N.