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"Las renovables son la solución". Por Daniel Pérez.

31 de enero 2023

"Las renovables son la solución"
Daniel Pérez es experto en regulación energética. 

En 2022 pasará a la Historia como el año en que el sistema energético colapsó. Aunque estamos en proceso de cambio, el mix energético está aún dominado por instalaciones fósiles y centralizadas, y los recursos primarios que les permiten funcionar se encuentran mayoritariamente fuera de las fronteras de la Unión Europea. Esto ha generado tres graves crisis.

La primera crisis es la crisis climática. El planeta se calienta y vamos camino de no llegar al objetivo del acuerdo de París, por el que el calentamiento global debería limitarse a un máximo de 1,5 ºC. El IPCC, entidad internacional de referencia en materia de cambio climático, nos indica que por tener al menos un 50% posibilidades de no sobrepasar los 1,5ºC, podemos ensuciar la atmósfera con un máximo de 2900 giga toneladas de C02. Pues bien, en 2019, último año respecto al que tenemos datos fiables, ya llevábamos 2400 toneladas emitidas, y avanzamos a un ritmo de 40 giga toneladas anuales de C02. Por tanto, en 2032 ya se habrá llegado, si no hacemos un cambio acelerado y radical, al máximo de emisiones para alcanzar los 1,5ºC. Y de estas emisiones, un 34% proceden del sector energético.

La segunda crisis es la crisis de los precios de la energía. Un MWh de energía eléctrica costaba, tradicionalmente, entre 40 y 50 EUR, mientras que en 2022, el precio medio en España fue de 209 EUR/MWh. Por lo que respecta al gas, los precios pasaron de 15 a 150 EUR/MWh en muy poco tiempo. La subida se debe, principalmente, por tanto, a que el gas natural se ha disparado, por el uso como arma económica que ha hecho Rusia, y esto ha arrastrado también a la electricidad, que por los caprichos del marginalismo, hace que cuando el gas fija precio, todas las centrales cobren ese precio alto. Y eso que esta subida de precios incluye ya los efectos de la reducción de precio generados por la excepción ibérica. Sin embargo, que el coste de la energía se multiplique por 5 o por 10, implica, lógicamente, que empresas, administraciones públicas y ciudadanos hayan visto disparadas sus facturas de luz, con la crisis social y económica que ello implica.

La tercera crisis es una crisis de dependencia energética. Aunque sea duro de aceptar, la realidad es que buena parte de la guerra de Ucrania ha sido financiada por los propios europeos, que hemos regado de dinero en Rusia de Putin, por la compra de gas, petróleo y uranio. Además, como alternativa para reducir la compra de gas ruso, Europa, para sustituir al dictador ruso, ha tenido que casarse con otros regímenes autoritarios, como Azerbaiyán o Cátaro, a fin de aprovisionarse de gas natural.

Hasta aquí las malas noticias, que no son pocas ni superficiales. Pero buenas noticias también tenemos. La evolución tecnológica ha permitido que a día de hoy, tengamos a nuestro alcance fuentes de generación de energía eléctrica de carácter renovable, y especialmente la energía solar fotovoltaica y eólica, que no sólo son la forma más efectiva de luchar contra el cambio climático, sino que son además la forma más barata de producir energía y nos permite aprovechar fuentes primarias locales, como el sol y el viento, sin depender de dictaduras exteriores. ¿Te imaginas que los tomates ecológicos fueran más baratos que los no ecológicos? Pues con la energía, ocurre justamente eso.

Las energías renovables, a día de hoy, deberían implantarse masivamente en cualquier territorio por interés propio, no sólo para combatir el cambio climático. Quien tenga energías renovables en su territorio, tendrá energía barata. Por tanto, tendrá una ventaja competitiva para atraer empresas, sin necesidad de bajar impuestos, y por tanto, deteriorar servicios públicos. Especialmente empresas dependientes de los costes de la energía, tales como centros de datos, desaladoras o industria pesada. No es casual que la giga factoría de baterías de Sagunto haya estado a punto de caer si finalmente no podía tener acceso a la energía barata que le daba una planta solar cercana. Tampoco lo es que la surcoreana Iljin, que abrirá una fábrica de componentes por baterías en Mont-roig del Camp, necesite hacer un huerto solar cerca para suministrarse.

Desgraciadamente, en Cataluña vamos muy atrasados ​​en materia de energías renovables. Hemos estado 10 años parados, y sólo en 2022 parece que volvemos a arrancar. Actualmente tenemos alrededor de 1.000 MW en tramitación avanzada, cuando necesitamos 12.000 para 2030 sólo para conseguir el aprobado raspado. Sin embargo, de los proyectos que se van aprobando en la Generalitat, algunos se encuentran después problemas a nivel municipal, por parte de gobiernos locales de todos los partidos, que temen que la implantación de renovables en el municipio les pueda restar votos. En realidad deberían estado peleándose con el municipio de al lado para atraer ellos, y no el resto, el parque solar o eólico, que les permitirá poder situar industrias alrededor y aumentar la recaudación de impuestos, pero poder prestar más servicios a su ciudadanía.

También cabe destacar que las energías renovables permiten, por su modularidad, abrir la inversión a cualquier tamaño y persona. Te imaginas que, en otras grandes infraestructuras, como en un aeropuerto en el área metropolitana, una autopista en el Vallès o un macro casino en Tarragona, por citar tres de actualidad, ¿tuvieran que abrirse, en al menos un 20% de la inversión, a la ciudadanía de la zona? Pues justamente esto es lo que ocurre, por ley, con las energías renovables. Es necesario abrir un proceso participativo para que el 20% de la inversión o la financiación se abra a la ciudadanía oa las empresas locales.

El 2023 debería ser el año en que empiecen a instalarse parques solares y eólicos de nuevo en Cataluña. Y debería hacerse sin vergüenza y sin necesidad de esconderse. Cataluña es ya uno de los territorios más restrictivos de España con la implantación de las energías renovables. Los controles son muy exhaustivos, de modo que se respete, como no podría ser de otra forma, la normativa ambiental, urbanística, patrimonial y eléctrica. No hace falta más obstáculos. No hace falta reformar nada más. Lo que hace falta es tramitar, construir y conectar instalaciones solares y eólicas. Muchas y muy rápido. Catalunya lo está haciendo ya con autoconsumo, con más de 50.000 instalaciones construidas, sobre todo en los últimos dos años. Pero con autoconsumo no hacemos lo suficiente. El cierre nuclear lo tenemos más cerca de lo que pensamos, y necesitamos sustituir esta energía por energías renovables.

Cada vez que conectamos un parque solar o eólico, estamos sacando espacio a las centrales de ciclo combinado, que arden gas. Por tanto, reducimos emisiones. Pero además, cada MWh renovable es un MWh barato adicional que entra en el sistema, abaratando el precio de la luz. Y cada MWh que generamos con el sol o el viento, es un MWh que no enriquece a algún dictador de los que tienen las llaves del gas. En definitiva, por los tres grandes problemas energéticos, las energías renovables son la solución.