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La doble fractura. Por Joan Roma y Abel García

19 septiembre 2022

la doble fractura

Por Abel garcia i Juan Roma

Algunos pueden pensar que la igualdad de oportunidades es una realidad, se viva dónde se viva, se tengan los ingresos que se tengan porque existen algunas ayudas, así como discriminaciones en positivo que compensan cualquier desigualdad.

Pues no. Nos equivocaríamos si aceptáramos este principio de igualdad de oportunidades. Estamos muy lejos a pesar del importante camino recorrido, precisamente en los períodos en que el los y las socialistas hemos estado en el gobierno. Si miramos los resultados de la acción de gobierno, bajo mandato socialista o bajo mandato popular, a nivel de España, veremos cambios sustanciales en materia de becas, ayudas al transporte, compensaciones por razón de desplazamiento, ayudas por matrículas, etc.

Lo mismo podríamos decir en el caso de Catalunya, comparando políticas del Tripartit, con las de CiU, o ahora mismo con las de ERC y Junts. Contrastando, a modo de ejemplo, las acciones y programas liderados por la Diputación de Barcelona poniendo énfasis en buscar un equilibrio territorial más justo y eficiente, rehuyendo de parámetros cuantitativos poblacionales.

Y, sin embargo, éste es un objetivo esencial para alcanzar la igualdad de oportunidades. Mirar al territorio y actuar en consecuencia. Pongamos algunos ejemplos para hacernos una idea de lo que queremos decir.

Un estudiante, de cualquiera de las 9 comarcas de montaña, o de las comarcas cercanas, debe realizar un esfuerzo enorme para poder acceder a cualquiera de las universidades de la capital de provincia, o directamente de la capital del país: Barcelona y entorno . No se trata de la matriculación, igual para todos y todas, sino de lo que le viene encima. Si usted no está muy lejos, podrá compaginar vivir en casa, con el traslado diario a la Universidad. Tendrá que levantarse mucho más temprano, tendrá que pagar los costes de transporte y lógicamente comer fuera de casa. Unos costes considerablemente más elevados que quienes viven en las capitales y entorno inmediato.

Ahora bien, todos aquellos que no tienen opción a traslados diarios (los de una veintena de comarcas), la única opción es buscar y encontrar piso en la ciudad elegida. Fácil de decir, enormemente difícil de conseguir. Es un objetivo casi imposible encontrar pisos de alquiler, en primer lugar, y en segundo lugar, si se encuentran es a precios prohibitivos. Son muchos los estudiantes que comparten piso entre 3 o 4 y pagan entre 300 y 450 euros al mes. Y la situación, lejos de mejorar, empeora en todas las ciudades universitarias del país.

Tenemos, por tanto, una fractura territorial evidente y grave, que obstaculiza el acceso a formación universitaria, por parte de miles de estudiantes de todo el país. Sin embargo, no quisiéramos limitarnos a hablar de la universidad, porque cualquier otra formación de grado medio o superior, obliga a irse de casa y buscar sitio en algunos de los centros del país. Hablamos de estudios musicales, de formación profesional, estudios especializados y otros, todos concentrados en las áreas metropolitanas.

¿Cuántos ven frenadas sus aspiraciones por no poder hacer frente a estos gastos e inconvenientes? Hay algunos estudios realizados, pero no tenemos ninguna mano que ponga cifras concretas, de cada comarca concreta, y éste es otro de los elementos a corregir. Desde el Gobierno debería llevarse a cabo una encuesta exhaustiva del número de alumnos que quedan por el camino por culpa de la falta de igualdad de oportunidades. De la fractura territorial que supone vivir en alguno de los 450 o 500 pequeños municipios, que no tienen transporte público adecuado para ir y volver, por lo que están obligados a alquilar piso en la ciudad, con todos los gastos que esto supone. En algunos países han hecho grandes esfuerzos por construir residencias universitarias, pisos para estudiantes, con fórmulas atractivas e ingeniosas ( modelo Irlanda), u otras fórmulas para facilitar el acceso a los estudios medios y superiores, en cualquiera de las especialidades a estudiantes residentes lejos de las ciudades.

Otro caso ejemplificador de esta asimetría territorial son los servicios sanitarios y la posibilidad de acceder a tratamientos y especialidades específicas para el diagnóstico o tratamiento. En el Berguedà, comarca del norte de la Cataluña Central, frente a cualquier urgencia médica oftalmológica, su atención más cercana se realiza en el Hospital de Terrassa, a unos 100 Km de distancia y debiendo afrontar o la vía catalana con mayor siniestralidad, la C-55, o bien pagar una de las autopistas más caras del Estado, la C-16.

Otros ejemplos son los tratamientos oncológicos, muchos de ellos centralizados en Manresa o Barcelona, ​​un largo trayecto para muchos pacientes que estos tráficos empeoran notablemente su calidad de vida en unas condiciones ya de debilidad.

Y, por último, un servicio que debe garantizar un fin de vida digno, mediante los Programas PADES, que tal y como expone la propia web de la Generalitat de Catalunya, soon servicios que ofrecen equipos especializados, que ofrecen asesoramiento y apoyo a los profesionales de la atención primaria domiciliaria en la atención a pacientes con necesidades paliativas o enfermedades crónicas avanzadas. Además de realizar atención directa, orientada al control de síntomas, confort y bienestar de la persona enferma y su entorno cuidador, un servicio que la comarca del Berguedà no tiene.

Aquí estamos lejos de resolver la cuestión, pero debe estar en la agenda del Gobierno central y del PSC, para cuando acceda al Gobierno. Uno y otro, deben sumar esfuerzos y encontrar vías de solución. Lo que no podemos es mantener la situación presente. Nos va el cumplimiento del objetivo de igualdad de oportunidades, ya que si no hacemos frente a estos retos cuando la brecha social golpea, la territorial deprime más y hace más patente las desigualdades. La pobreza en comarcas periféricas queda doblemente afectada, por un lado por la brecha social y, por otra parte, debido a decisiones y planificaciones centralistas y poco equitativas, por la brecha territorial.