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José Montilla (20 de noviembre de 2024)

Noviembre 25 2024

Presidente Montilla
José Montilla, alcalde de Cornellà de Llobregat (1985 - 2004), ministro de Industria, Turismo y Comercio (2004 - 2006), presidente de la Generalitat de Catalunya (2006 - 2010) y primer secretario del PSC (2000 - 2011) responde a nuestro cuestionario.

¿Qué cree que define sustantivamente el socialismo democrático? ¿Cuáles cree que son sus valores y propuestas esenciales?

Creo que existen dos ideas que están en la base del socialismo democrático. La primera es la convicción íntima de que todas las personas son iguales en derechos y deberes. Las personas, hombres o mujeres, nacidos aquí o provenientes de otros lugares, cualquiera que sea su renta y su estatus social, tienen los mismos derechos ciudadanos a gozar de una vida digna ya poder desarrollar su proyecto de vida. La segunda, es la idea de la libertad, es decir, la posibilidad de decidir por sí mismo este proyecto de vida y la forma de ejercer estos derechos y deberes. La combinación de ambas ideas, igualdad y libertad, han llevado al socialismo democrático al convencimiento de que el sistema social que puede permitirlas es el sistema democrático. Sin democracia y libertad no existe socialismo.

De estas dos convicciones parten los valores que caracterizan hoy a la socialdemocracia europea. Es lo que hemos llamado el estado del bienestar, con un conjunto de políticas públicas que permiten andar en la lucha contra las desigualdades y la discriminación. Son las políticas públicas que buscan garantizar la igualdad de oportunidades, reconocimiento de los derechos sociales en salud, educación, viviendas, atención social, pensiones, etc. Son también las políticas públicas desarrolladas en una organización social que garantiza la pluralidad y la libertad de pensamiento y de creencias, así como el respeto a los mecanismos democráticos, la defensa del Estado de derecho y el fomento de la participación política en el marco de una economía social de mercado. El mercado es el más eficiente para producir bienes, el Estado para garantizar sus derechos.

¿Cómo entiende la relación entre marxismo y socialismo? ¿Qué lectura hace de la historia del socialismo?

El socialismo democrático no puede entenderse sin las aportaciones de los pensadores marxistas del siglo XIX y la doctrina del materialismo histórico, pero tampoco sin los socialistas utópicos y otras corrientes del pensamiento de nuestros días, el anarquismo en el caso de Cataluña, algunos movimientos cristianos , y otros de tipo comunitarista, catalanista y republicano.

El movimiento obrero europeo y de todo el mundo tiene sus raíces en estos intelectuales y activistas, como Marx, Engels, Rosa Luxemburgo y tantos otros, con acentos y perfiles diversos. También en Cataluña, Clavé, Almirante, Campalans, Nin y otros. Al igual que la causa de la democracia y la lucha contra los poderosos bebe de los momentos revolucionarios del siglo XVIII, con las revoluciones americana y francesa especialmente.

Son momentos distintos de una misma causa: la lucha en favor de la igualdad y en favor de la justicia social.

La experiencia histórica de la revolución bolchevique, la doctrina sobre la dictadura del proletariado y la adopción de la economía estatalizada y planificada como instrumento de progreso de la sociedad, ha marcado la relación entre el comunismo y la socialdemocracia.

Está claro que el debate histórico entre la pervivencia del modelo comunista o el desarrollo de la vía socialdemócrata se ha resuelto en favor del socialismo democrático: no hay socialismo sin libertad. Los socialdemócratas hemos adoptado, ya desde mediados del siglo XX, un modelo que confía en el mercado como mecanismo de producción y en el Estado como organización que se ocupa de la redistribución de la riqueza por la vía de la fiscalidad, posibilitando las políticas del estado del bienestar. Hemos apostado por un Estado garante de los valores de igualdad, justicia social y libertad política.

La clave del éxito del socialismo democrático es la continuidad de sus ideas y su capacidad de adaptación a la realidad.

Los socialistas debemos hacer frente, hoy, al reto de empujar la lucha contra la desigualdad en el contexto de una economía globalizada en la que los Estados democráticos deben redibujar su papel.

¿Cuál piensa que ha sido y cuál debería ser la vinculación entre pensamiento y praxis política en el socialismo?

Esta lucha permanente por la justicia social en un contexto democrático implica capacidad de representación de los intereses y anhelos de las personas más desfavorecidas, pero también de una gran mayoría social que comparte estos ideales y confía en la capacidad ideológica y operativa de las organizaciones socialistas y en su capacidad de gobernar.

Es decir, en su capacidad de adoptar decisiones sociales, económicas, estratégicas, fiscales y culturales que permitan realizar avances significativos en la lucha contra las desigualdades y en la ampliación de derechos individuales y colectivos.

Representación y confianza son imprescindibles para el éxito de las políticas socialdemócratas.

No se trata, únicamente, de desarrollar un conjunto de políticas públicas que tienen ese fin. También es necesario acompañarlas con las referencias a los valores que dan sentido a estas políticas y, desde este punto de vista, la labor de divulgación y de pedagogía sobre estos valores es imprescindible.

¿Cuáles son, a su juicio, los retos de nuestro mundo actual en los que el pensamiento socialista necesita centrar sus esfuerzos de reflexión y/o actualizar sus postulados (desigualdades, medio ambiente, migraciones, digitalización, ciencia, globalización, representación social y política, otros)?

No cabe duda de que este esfuerzo de reflexión –que es imprescindible– debe focalizarse en los nuevos riesgos de desigualdad que pueden provocar los cambios tecnológicos. Hace años hablábamos ya de la brecha digital como nueva fuente de discriminación. Hoy, debemos ser conscientes de que la globalización económica y financiera, pero no de derechos y libertades, obliga al socialismo democrático a desarrollar nuevas estrategias y poner el acento en estos nuevos riesgos.

Hago referencia sólo a tres muy diferentes:

En primer lugar, en la digitalización, la robotización y la implementación de la inteligencia artificial en nuestra economía y en nuestras vidas. Yo creo que aporta ventajas a nuestro sistema productivo ya muchos servicios públicos. Pero es necesario cuidar su desarrollo para controlar y evitar los riesgos de precarización en determinados sectores de nuestro empleo y la brecha generacional, así como la colisión con los derechos individuales, los valores y la ética.

En segundo lugar, al cambio climático y la electrificación de nuestra economía, que tendrá efectos beneficiosos para el planeta, pero que en el camino para su generalización implicará tensiones en el sistema productivo y en la habitabilidad de muchos lugares de nuestro mundo. Y que, no lo olvidemos, es también causa de los fenómenos migratorios en todo el planeta.

Y, en tercer lugar, la lucha por la paz y por el respeto a las reglas internacionales que no cuentan, por ahora, de ninguna autoridad real que pueda asegurarlas, con la crisis de las instituciones y el derecho internacional especialmente en los últimos años.

¿Considera la forma partido como el entorno adecuado para mantener, desarrollar y difundir el pensamiento socialista? ¿Es posible o necesario el pensamiento de partido? ¿Y la figura del intelectual orgánico?

Sin partidos políticos no existe sociedad democrática. Son imprescindibles para la representación de los ciudadanos y garantizar el derecho a la participación política.

Los partidos políticos deben ser organizaciones sólidas, transparentes y democráticas. capacidad de proponer las soluciones necesarias.

Creo que debe haber, ciertamente, pensamiento de partido. Pero no entendido como doctrina inmutable, sino como resultado de la adaptación de los valores fundamentales a la realidad del momento. Capacidad de adaptación que requiere, en cualquier caso, el mantenimiento de un hilo de continuidad de la propia historia del partido. Los partidos políticos no se improvisan: son el resultado de los aciertos y errores de las generaciones anteriores y de sus liderazgos.

Este pensamiento político de partido debe ser el resultado de la reflexión colectiva y contrastada, basada en la pluralidad y el respeto al debate interno. No creo que los partidos, y especialmente los socialistas, deban definir una doctrina cerrada e impuesta a todos sus agentes. Más bien considero útil la existencia de matices y fuentes ideológicas diversas. En ese sentido, el proceso de creación del PSC es, en mi opinión, un éxito indiscutible.

Por esa misma razón no me siento cómodo con la figura del “intelectual orgánico”. Los distintos liderazgos del partido deben expresar no sólo políticas concretas, sino también orientación estratégica y cultura política, que debe ser promovida y alimentada por los mecanismos de debate y análisis de la propia organización.

José Montilla Aguilera (Iznájar, Córdoba, 1955).

A dieciséis años se traslada con su familia a Cataluña. En Sant Joan Despí, con dieciséis años, comienza a trabajar en una empresa de artes gráficas y posteriormente en una empresa del sector de la electrónica, mientras estudiaba el bachillerato en el Institut de Cornellà, en régimen nocturno.

Posteriormente ingresó en la Universidad de Barcelona, ​​donde cursó estudios de Derecho y de Economía, que no pudo concluir por su dedicación a la actividad política.

Milita en el PSC desde 1978, año de su fundación. Se incorporó a la Comisión Ejecutiva en 1987, elegido secretario de Organización en 1994 y primer secretario en 2000 y hasta 2011. También fue miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE de 2000 a 2008.

En las primeras elecciones democráticas de 1979 fue elegido concejal en Sant Joan Despí y nombrado teniente dealcalde. En 1983 encabezó la candidatura socialista en la ciudad de Cornellà de Llobregat y fue elegido concejal, primero, y alcalde de 1985 a 2004. Fue presidente de la Diputación de Barcelona (2003-2004).

En marzo de 2004 encabezó la candidatura socialista en el Congreso de los Diputados por la circunscripción de Barcelona, ​​siendo elegido diputado en el Congreso Al formarse el primer gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, fue nombrado ministro de Industria, Turismo y Comercio. .

Dimitió en noviembre de 2006, para presentar su candidatura a la presidencia de la Generalitat, elegido diputado en Parlament de Catalunya, e investido como presidente de la Generalitat de Catalunya, cargo que ocupó hasta diciembre de 2010.

En diciembre de 2011 fue nombrado senador, en representación del Parlament de Catalunya, cargo que he ostentado hasta mayo de 2019.

Actualmente, y desde noviembre de 2014, es el presidente de la Fundación Rafael Campalans, el think tank del socialismo catalán.