Mireia Bel es politóloga y miembro del Comité de Redacción de l’Endavant!

 

"No puede ser un acto sólo con cuatro hombres, ¿qué mujer podemos poner?", "La única mujer que hay hace de moderadora/presentadora", "Es que en este sector no hay mujeres", "No sufras , el día de salud/educación/servicios sociales todo son mujeres”, “No es que fueran sólo hombres, es que el protocolo es el que es y no podemos saltarlo”, Etc. Etc. Etc.

Estas frases son tan habituales en todas partes que, a pesar de ser inventadas, son verosímiles.

El Consejo de Ministros ha aprobado esta semana la Ley de representación paritaria en los órganos de decisión que impone la obligatoriedad de las listas cremallera en la ley electoral y el equilibrio de género en los consejos de ministros y administración de las grandes empresas. También obligará a que haya, al menos, un 40% de mujeres en los órganos constitucionales del Estado (Tribunal Constitucional, Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Consejo Fiscal y Consejo General del Poder Judicial), en las direcciones de los colegios profesionales y los jurados que otorguen premios públicos.

Bienvenida sea la paridad y la cremallera en entornos donde las mujeres son todavía una minoría y, además, intercambiable. Pocas mujeres tienen nombre propio, la mayoría son todavía “una mujer que pueda hablar de esto o una mujer que esté disponible mañana” o “una que pueda ocupar esta posición”. Con demasiada frecuencia se necesita una presencia femenina -cualquiera- para equilibrar un número excesivo de hombres, porque ellos sí tienen nombres y apellidos y ninguno puede quedar fuera de la foto.

Como ya ocurrió con la Ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres aprobada en el 2007, avanzamos en igualdad a golpe de ley (y suerte de las leyes, hechas todas por los Gobiernos socialistas). Entre 2007 y hoy hemos vivido en Catalunya 15 comicios entre elecciones municipales, generales y autonómicas. Os invito a mirar cuántas candidaturas de cuántos partidos tenían más del 40% mínimo marcado por la ley y en qué posiciones. Para los atrevidos, cuántas fueron cabezas de lista. Son menos de las que nos gustarían, pero sin duda un grandísimo avance si comparamos con el número de quince años anteriores a la ley de igualdad del Gobierno Zapatero. Y sobre todo un grandísimo avance si comparamos con las direcciones de las grandes empresas en las que, hasta ahora, no tenían obligación de incluirlas.

El próximo domingo celebramos elecciones municipales. Si echamos la vista atrás, vemos que en las primeras elecciones municipales de la democracia sólo 20 mujeres fueron escogidas alcaldede los casi mil ayuntamientos catalanes. En 2019, fueron 219. Todavía no son un tercio del total de ayuntamientos, pero de los 7 millones de catalanes y catalanas, 3,7 tienen una mujer al frente de su municipio (un tercio, en Barcelona).

Queda mucho camino por recorrer, pero le damos el camino hecho, sobre todo en las grandes ciudades y sobre todo en partidos como el nuestro, con alcaldedas y candidatas al frente de casi todas las grandes ciudades. En el caso de los municipios pequeños, la presencia de mujeres es todavía minoritaria por varios motivos: la ley electoral no obliga a asegurar el mínimo del 40% en municipios de menos de 3.000 habitantes, las posibilidades de las mujeres para conciliar son menores y, normalmente , los entornos rurales todavía tienen una cultura más patriarcal. Sin embargo, algunos municipios han presentado una lista electoral formada sólo por mujeres. Algo anecdótico, pero impensable hace sólo unos años.

El próximo domingo se celebrarán elecciones municipales en toda España y elecciones autonómicas en muchos territorios, por la noche volvemos a repasar la lista de mujeres al frente de los consistorios y gobiernos autonómicos, pero sobre todo fijémonos cuántas de ellas están el lunes en los núcleos de dirección de los sus partidos valorando resultados y tomando decisiones.

Porque detrás de una gran mujer… hay otra abriendo camino.