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“Una ley para erradicar el sinhogarismo”. Por Beatriz Silva.

24 novembre 2022

"Una ley para erradicar el sinhogarismo"
Beatriz Silva es diputada del Grupo Parlamentario Socialistes i Units per Avançar en el Parlament de Catalunya, ponent de la Proposición de Ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo, que se tramita en esa cámara. Hoy día 24 de noviembre, Día Mundial de las Personas sin hogar, publicamos esta tribuna.

 

Se calcula que en Cataluña alrededor de 2.000 personas duermen en la calle. Otras miles lo harían si los ayuntamientos y las entidades sociales no les proporcionaran cada noche un albergue o una pensión. Sabemos también que son en torno a 50.000 las personas que se encuentran en situación de sinhogarismo porque, aunque no se encuentran en situación de calle, viven realojadas o infraviviendas.

Erradicar las formas más graves de sinhogarismo, el de las personas sin techo, es el objetivo de la Proposición de ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo que ha comenzado a tramitar el Parlament. Es un texto legal que aspira a acabar con un problema que empieza con la falta de vivienda pero sigue con la vulneración de otros derechos fundamentales como son el acceso a la salud, el empleo, a la integridad física, a vivir en sociedad, pero también el derecho a la vida, porque vivir en la calle resta como media 20 años a una persona.

El texto que ha sido firmado, entre otros, por el Grupo Parlamentario Socialistes i Units per Avançar, es fruto del impulso de las entidades que atienden a estas personas en Cataluña. Propone crear viviendas de inserción, que ayuden a poner en marcha el modelo Housing First, pero también instaura un recurso nuevo, el llamado espacio residencial digno que aspira a terminar con la dinámica de los albergues nocturnos que expulsan a las personas cada mañana y les impiden tener intimidad ofreciéndoles un alojamiento permanente.

La ley busca garantizar además otros derechos como el del empadronamiento, puerta de entrada a todas las prestaciones, pero también el que tienen estas personas para utilizar el espacio público, a disponer de una ducha y de recursos con perspectiva de género, porque las mujeres y los hombres acaban en la calle por razones distintas. Si en el caso de ellos el detonante es la falta de empleo y las adicciones, en ellas es la violencia que vincula sus experiencias antes y durante su vida en la calle. Tampoco es lo mismo un joven de 18 años que acaba de salir de un centro de tutela que un hombre de mediana edad al que se le cierran las salidas laborales. 

El sinhogarismo es un fenómeno directamente atribuible a las políticas de gobierno, o más bien a la falta de esas políticas en el caso de Cataluña, y no afecta de la misma manera a las personas que pertenecen a un grupo o colectivo discriminado que al resto de la población, a las personas migradas que a aquellas que no lo son. Porque las condiciones económicas de vida preexistentes y el origen social es determinante para acabar en la calle. También lo son otros factores de riesgo como estar en prisión, recibir un alta hospitalaria o salir del sistema de protección a la infancia y la adolescencia sin un recurso que reemplace el papel que juega la familia en un país donde los jóvenes no pueden emanciparse como media hasta los 26 años.

La nueva ley busca abordar todas estas problemáticas pero también sentar las bases para poder desplegar políticas públicas efectivas estableciendo, por ejemplo, la obligatoriedad de hacer recuentos para saber el número y la tipología de personas afectadas y poder así poner en marcha los recursos adecuados.

Sin embargo, su objetivo más ambicioso es el de combatir la invisibilidad de un colectivo que es víctima de violencia pero además de aporofobia. Al menos un 47% de las personas sin techo reconoce haber sido víctima de algún delito de odio. Los insultos y los golpes hacia las personas sin techo son habituales aunque el 85% no denuncia por miedo a  represalias o por las barreras de un sistema que no se adapta a su situación y de una sociedad que tiende a responsabilizarlas..

En su libro Aporofobia, el rechazo al pobre, Adela Cortina, constata del peligro que representa culpabilizar a las personas sin techo y alerta sobre la necesidad de abordar políticas públicas que contemplen no sólo la prevención y el rescate sino también políticas que les protejan frente a los delitos de odio. Hay que combatir, nos dice, los discursos que estigmatizan a un colectivo que es víctima de procesos estructurales de los cuales somos responsables como sociedad.

Cataluña necesita dotarse de políticas públicas específicas que aborden el sinhogarismo pero también de una ley que aborde de forma integral un fenómeno que ha permanecido en lista de espera durante demasiado tiempo y que ha venido a agravarse con la crisis económica y social. Cataluña necesita un verdadero sistema de atención y protección ante un fenómeno que, tal y como constataba recientemente la Relatora especial sobre el derecho a una vivienda adecuada de la ONU, Leilane Farha, exige reconocer a las personas sin hogar como sujetos de derechos y como agentes potenciales de cambio en su lucha diaria por la supervivencia y la dignidad.  

Versió en català – Una llei per eradicar el sensellarisme-Beatriz Silva