Luís Miguel Guerra es historiador, novelista y secretario de Formación de la federación del PSC de Barcelona y miembro del Comité de Redacción de l’Endavant!.

Madrid, rompeolas de todas las Españas como la calificó Antonio Machado con su inigualable pluma, es hoy el ariete y laboratorio de pruebas del “trumpismo español”. Un nacionalismo castizo que emula en algunas cuestiones al “procesismo catalán” y que avanza devorándolo todo. Y no olvidemos: estamos hablando de una ciudad en la que ganaron las elecciones en su día Manuela Carmena y Ángel Gabilondo, pero que por mor de las alianzas de la derecha y la extrema derecha, aliñadas con la división de la verdadera izquierda, terminó viéndose gobernada por Martínez Almeida desde Cibeles y Díaz Ayuso desde la Puerta del Sol. A partir de ahí, una ciudad de izquierdas se ha convertido en el parapeto de la derecha más extrema con formas y prácticas que parecen más pensadas que improvisadas, de continua confrontación con todos y contra todos a los que consideran enemigos, en un perpetuo enfrentamiento sin posibilidad de encuentro ni entendimiento. El tremendismo deslenguado por elevación. Se quiere acabar con la libertad, la democracia. Se quiere imponer una satrapía apoyada por separatistas y bilduetarras, además de lo de gobierno ilegítimo, que quiere encarcelar a la posición y convertir España en un país cercenado y bananero.  

La cabeza visible de este movimiento es Isabel Díaz Ayuso. Conocidos son sus discursos, comentarios y respuestas, así que no se trata de hacer un panegírico sino de exponer el fenómeno en su crudeza ya que es ante lo que estamos. Y si me permiten los estrategas de la izquierda, nos equivocamos intentando responder una por una a sus ocurrencias, muy hirientes por falsas todas ellas, o haciendo listas tratando de desprestigiar al personaje para que encuentre su castigo, electoral, pero eso no va a ser tan sencillo.

Díaz Ayuso es ejemplo de un liderazgo que triunfa en el mundo en estos momentos y que tiene su máximo exponente en Donald Trump. Venden una imagen de antipolíticos por que dicen con franqueza lo que piensan. No hay ideología (cuanto daño han hecho en este terreno los movimientos populistas de todo pelaje, ya recomendé una vez leer a Gramsci sobre esto) y se dirigen a la gente de bien, señal inequívoca de que hay gente mala a la que hay que derrotar, aplastar y retirarla de la vida pública ( la idea de combate y derrota total, en USA se dijo con la victoria de Trump que el sur por fin había ganado la guerra y en España no hace falta recordar que es la “Victoria”). De ahí la mencionada visión apocalíptica del contrario que tan malo es que el fin justifica los medios, todo vale para eliminarlo. Sus mentiras, atajos, exhibiciones públicas son necesarias porque se consigue un bien mayor. No hay ética ni moral, no hace falta, porque cualquier elemento es bueno para destruir al enemigo sin sentir un ápice de remordimiento. Una batería de disparates y tantos hay y tan viscerales son que alguno puede conectar con la gente de izquierdas, produciéndose el efecto de votarles aunque la consecuencia inmediata sea un perjuicio para todos.

• ¿Antipolíticos? En absoluto, política y de la más peligrosa.
• Falsa la idea de no tener ideología. Una política de derecha extrema. No les tienen ningún miedo a los partidos de ese pelaje pues ellos los son desde otras siglas.
• Dogmatismo absolutista no hay gamas intermedias, o blanco o negro, o conmigo o contra mí: Lo ocurrido a Pablo Casado o el uso de la palabra “sanchismo” como sinónimo de maldad total.
• Actitud de valentía. Sabedores de poseer la verdad y que se puede expresar de cualquier manera puesto que siempre tienen razón.
• La gente de bien a la que hay que defender del mal. Profundamente guerracivilistas y con la consigna de no hacer prisioneros.
• ¿Franqueza? No es tal. No es en el contenido del mensaje donde hay que buscar algo, es el tono y el leguaje tremendista. La brocha gorda que todo lo tapa.
• Cualquier medio es lícito ¿Recuerdan a Aznar diciendo que todo era terreno de confrontación incluida la lucha contra ETA, para llegar al poder y mantenerlo?
• El menosprecio con que se les trata al escucharlos es parte de la estrategia. En el momento que se pisa ese terreno y se le minusvalora intelectualmente crecen en popularidad.

Sun Tzu el filósofo y militar de la antigua China y al que me voy a referir, escribió que había que conocerse a uno mismo y al enemigo para poder vencer. Y en este punto siempre me ha parecido que la izquierda maneja títulos y resúmenes de algunos escritos, que verdaderamente piensa que son cosa del pasado, desfasadas, lenguaje rancio para, como mucho, hacer citas más o menos acertadas. El error de igualar progresismo a novedad absoluta y rendirse a describir el mundo como marca la derecha. En cambio, los que realmente han leído a los de izquierda y asimilado los mensajes son los de derechas que dicen de manera altisonante no creer en conceptos como la lucha de clases por frentista y cosa de rojos, pero que lo aplican continuamente y además piensan que la van ganado y harán todo lo posible para que así siga siendo.

Sigamos con el filósofo chino que recomienda entre otras muchas cosas no entablar combates que no puedas ganar. Díaz Ayuso no va a debates y cuando no tiene más remedio como en el Parlamento, no mira jamás a su interlocutor (¿desprecio o inferioridad?) Llevar al enemigo a tu terreno, les interesa bajar al fango, y comenzar a despotricar esperando que el oponente caiga en la trampa y lo haga más alto. Incluso siguen a rajatabla el consejo de que el enemigo no sepa ni cuándo ni dónde será la próxima batalla y ahí están los sucesos del 2 de mayo para corroborarlo.

En concusión, el nacionalismo populista está mejor armado de lo que aparenta y vencerle no es fácil porque no acude donde puede perder manejando una estrategia estricta.

No sé de fórmulas mágicas para derrotarlos, electoralmente, pero ha sucedido, así que tienen talón de Aquiles. Aznar se metió en el jardín de Irak con nefastas consecuencias, Trump perdió las elecciones, lo mismo que Bolsonaro, Liz Truss duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio con las políticas que la presidenta de Madrid defiende. Es posible.

Quizás el camino pase por la definición de líder que dio el propio Sun Tzu y que creo es la única parte del manual que se les escapa. Ha de ser inteligente, humano, con valor y valores y severo. La antítesis de los arriba mencionados. Viene a mi memoria el debate de Borrell con Junqueras sobre financiación, ese día el independentismo salió tocado. La palabra adecuada en el momento adecuado, el saber utilizar lo dicho por el contrario como arma y darle la vuelta el argumento sólido con datos. No es infalible pero ha de tener un valor y sabiendo que poco dirá a los fanáticos alineados con la sin razón, pero de esto ya hablaré otro día.

Mark Twain escribió “Nunca discutas con un idiota, te rebajará a su nivel y te ganará por su experiencia”. Bien, démosle la vuelta, lleva al idiota a tu terreno y demuestra al mundo lo que es y el mal, esto sí es mal, que puede hacer.